Ana Belén García Varela
abelen.garcia@uah.es
Podemos vivir esta situación como una gran oportunidad para crear valor en nuestra vida, para volver a reconectar con nosotros mismos y con las personas a las que queremos y valoramos; podemos asumirlo como una oportunidad que nos da la vida para replantearnos la manera en que estábamos viviendo.
La actual situación de confinamiento como oportunidad
En estas semanas de confinamiento, y debido a la situación incierta, en muchas familias se están viviendo emociones muy intensas. Además de lo complicado del momento, las familias que han quedado confinadas en casa con sus hijos e hijas tienen que gestionar el estrés que supone entretenerles y apoyarles en sus tareas escolares a la vez que gestionan sus propias emociones. Según investigaciones recientes como las de Lisa Feldman Barrett (2017), las emociones no son universales y se construyen socialmente. Por ello, es tan importante generar contextos donde nuestros niños y niñas puedan aprender a gestionar y expresar sus emociones de una forma sana y natural.
Algunas investigaciones dentro del marco de la llamada psicología positiva (Seligman, 2011) muestran que podemos desarrollar unos buenos niveles de felicidad fomentando fortalezas como el optimismo, la amabilidad, la generosidad, la originalidad y el humor. Según estas teorías, estos rasgos pueden ejercitarse y, de hecho, son más importantes para tener un buen estado de vida que enfocarse en tratar de corregir nuestras debilidades. Pero no basta solo con desarrollar estas fortalezas de forma individual como si se tratara de un mero entrenamiento. Las críticas a estos modelos muestran que no podemos dividir las emociones en positivas o negativas (McNuty y Fincham, 2012) y que incluso estas teorías de la psicología positiva podrían estar consiguiendo lo contrario de lo que se proponen cuando las personas sienten que no son capaces de cumplir con los estándares sociales de autorrealización que se plantean (Brinckmann, 2017). Además, otra de las críticas que se hace a estos modelos es que suelen tener un sesgo individual que no tiene en cuenta influencias del contexto social, histórico y cultural tan necesario para entender el desarrollo humano.
De esto último nos habla la filosofía humanista cuando plantea que estamos unidos a nuestro contexto de forma que cuando nosotros cambiamos, este cambia. Por ello, el sentido que generemos de una situación como la que estamos viviendo con la actual pandemia no la da el hecho en sí de lo que está ocurriendo, ni tampoco tener desarrolladas una serie de habilidades. Se trata de lograr dar sentido a lo que está ocurriendo, transformando las situaciones difíciles en una oportunidad para crecer; creando valor en nuestra vida. Desde la filosofía de Ikeda, crear valor implica ser capaz de transformar las dificultades de forma que se conviertan en el motor que impulsa nuevos logros en nuestra vida. Se trata de vivir con la determinación de servirnos de lo que ocurra como una fuerza motriz para impulsar nuestra vida de forma que encontremos aspectos de nosotros mismos que podemos mejorar. Además, desde esta perspectiva, no se trata solo de un trabajo individual, sino de alentar a otros a encontrar ese camino de superación y crecimiento.
Pero, ¿cómo podemos vivir una vida con sentido, una vida creadora de valor en la que seamos felices a pesar de las circunstancias? Antes de nada, debemos saber que no se trata de una forma de felicidad superficial y efímera (siguiendo conceptos aristotélicos, lo que los expertos llaman hedónica)(Steger et al., 2008). Se trata de crear valor en nuestra propia vida y así mostrar a nuestros hijos e hijas cómo hacerlo. Muchos de sus modelos de éxito hasta ahora eran “youtubers” o “influencers”; y tal vez esta pueda ser una oportunidad para mostrarles cómo crear valor a partir del esfuerzo, la responsabilidad y el apoyo a otras personas. Se trata, al fin y al cabo, de ser una persona que actúa de forma responsable con su comunidad, aunque solo sea quedándose en casa para evitar un mayor contagio de la enfermedad.
Cuatro pilares sobre los que crear valor y sentido
Según las investigaciones, las personas que dicen que sus vidas tienen valor cumplen tres condiciones: “consideran que sus vidas son importantes y que valen la pena, es decir, que forman parte de algo más grande; creen que sus vidas tienen sentido; y, por último, sienten que les guía un propósito.” (Smith, 2017, p. 32). Pero para poder comprender mejor que es esto del sentido y cómo podemos crear espacios valiosos para generarlo dentro de nuestra familia, debemos conocer mejor cuales son sus cuatro pilares:
Uno de estos pilares es la pertenencia. Somos más felices cuando sentimos que pertenecemos a algo (que no a alguien como nos han hecho pensar en muchas ocasiones los mitos del amor romántico). En este caso, la familia, a través de la construcción de un apego seguro, permite satisfacer esa necesidad de pertenencia que se irá transformando a lo largo de los años. Desde los primeros días, la familia nos puede aportar amor, seguridad y cuidados, que poco a poco deberían ir transformándose en relaciones que permitan a los niños y las niñas desarrollar autonomía y seguridad en sí mismos. De esta forma, estos primeros sentimientos de pertenencia sientan las bases de los futuros vínculos que se establecerán con amigos, parejas sentimentales, etc. Por ello, se trata de compartir momentos de calidad con nuestros hijos e hijas donde seamos conscientes de la importancia de alentarles para que aprendan a confiar en sí mismos (Marinoff & Ikeda, 2014). Se trata de generar momentos de crecimiento en los que compartir actividades que nos gusten con los que tenemos más cerca, y de establecer vínculos valiosos con los que están más lejos. Si bien la comunicación digital e internet se ha percibido en muchos momentos como algo que nos aleja, en estos momentos es algo que nos une de una forma muy especial a muchas personas. Sobre todo, en el caso de los adolescentes, es el momento para poder tratar de comprender mejor sus preocupaciones, de compartir sus inquietudes y de identificarnos con ellos. Por ejemplo, la iniciativa que surgió en redes en la que muchas personas compartían fotografías de su infancia, puede ser una buena excusa para conectar e identificarnos con los jóvenes que podamos tener en casa, o simplemente tener tiempo para compartir qué les interesa o en qué invierten su tiempo libre.
Otro de los pilares del sentido, es el propósito. El propósito es una meta estable y de largo alcance que conlleva una implicación con el mundo (Smith, 2017). Para cada uno de nosotros este propósito es diferente y encajará con nuestra forma de ser y nuestros propios valores. En estos días están surgiendo muchas iniciativas en esta dirección para, por ejemplo, alentar a otras personas o incluso para aportar nuestro granito de arena en la ayuda a quienes lo necesitan. Nuestra vida tiene un sentido y ahora más que nunca es apoyar a otros. Porque nuestra felicidad no existe separada del bienestar de otras personas y por ello debemos actuar desde un sentimiento humanitario. Porque no se trata solo de que al tener un propósito seamos más felices, sino que en realidad a una persona que tiene un propósito no le preocupan sus beneficios personales, sino contribuir a hacer que el mundo sea mejor. Como vemos, el sentido de propósito es también una buena forma de entender de donde están surgiendo el coraje y la fortaleza de todas las personas que están trabajando en primera línea para combatir esta crisis. Este es también un gran ejemplo para las jóvenes generaciones.
El tercer pilar es la identidad narrativa (Bauer, McAdams y Pals, 2008), es decir, la historia que creamos sobre nosotros mismos y que hemos interiorizado. Cada uno de nosotros genera sus propias historias de los acontecimientos importantes de su vida como, posiblemente, el que estamos viviendo, y cómo vivamos estas experiencias es lo que nos permite encontrar sentido y nos hace ser como somos. Las personas que piensan que su vida tiene sentido, suelen contar relatos marcados por el crecimiento personal y la acción (Smith, 2017). Nuestras propias historias nos permiten entendernos a nosotros mismos e interpretar la manera en que somos capaces de desenvolvernos en la vida además de reforzar aspectos de nuestra personalidad. Por ello, “el primer paso para revolucionar nuestro propio yo y cambiar el entorno que nos rodea es modificar la percepción de las cosas. (…) Nuestra felicidad depende, en gran medida, de establecer un sólido estado de vida que nos permita observar todos los acontecimientos con sereno equilibrio” (Marinoff & Ikeda, 2014, p. 58). Construir esta historia nos ayudará a avanzar cada día con la ilusión de superarnos. En la vida todos tenemos dificultades y lo que da sentido a nuestra existencia es el proceso y el desafío personal de superarlos (Ikeda, 2018).
Además, gracias a las tecnologías tenemos la oportunidad de compartir esas historias con otras personas. Son habituales en estos días este tipo de narraciones en redes sociales, por ejemplo. A través de diferentes medios podemos contar cómo nos sentimos a otras personas para dar sentido a lo que estamos viviendo, alentarlas o simplemente comprender mejor cómo nos sentimos. Las historias de otras personas con las que nos identificamos también nos hacen entender mejor cómo nos sentimos.
La trascendencia es el último de estos pilares. Supone dar un sentido dentro de nuestra propia vida a lo que está ocurriendo. Podemos vivir esta situación como una gran oportunidad para crear valor en nuestra vida, para volver a reconectar con nosotros mismos y con las personas a las que queremos y valoramos; podemos asumirlo como una oportunidad que nos da la vida para replantearnos la manera en que estábamos viviendo. En esta situación podemos mostrar a los niños y niñas que la felicidad depende en gran medida de la actitud que adoptemos ante nuestra propia vida. Como ya nos decían Marinoff e Ikeda (2014, p. 59) “la humanidad solo puede avanzar en la medida en que cada uno de nosotros superemos esa sensación de impotencia, activemos al máximo nuestro potencial latente y trabajemos juntos”. Desde este sentido de trascendencia, esta situación puede llegar a ser una verdadera oportunidad para afrontar los grandes retos de nuestra sociedad.
About the Author
Ana Belén García Varela es Profesora Titular en el Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Alcalá (España), dentro del área de Psicología Evolutiva y de la Educación. También es subdirectora del del Instituto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda.
Referencias
Barrett, L.F. (2017). La vida secreta del cerebro. Barcelona: Paidós.
Bauer, J. J., McAdams, D. P., & Pals, J. L. (2008). Narrative identity and eudaimonic well-being. Journal of happiness studies, 9(1), 81-104.
Brinkmann, S. (2017). Stand firm: Resisting the self-improvement craze. New Jersey: John Wiley & Sons.
Ikeda, D. (2018) La sabiduría para construir la felicidad y la paz. Tomo 1. Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global.
Marinoff, L. & Ikeda, D. (2014) El filósofo interior. Barcelona: Ediciones B.
McNulty, J. K., & Fincham, F. D. (2012). Beyond positive psychology? Toward a contextual view of psychological processes and well-being. American Psychologist, 67(2), 101.
Seligman, M.E.P. (2011) La auténtica felicidad. Barcelona: Ediciones B. Smith, E.E. (2017) El arte de cultivar una vida con sentido. Los 4 pilares para una existencia rica y satisfactoria. Barcelona: Urano. Steger, M. F., Kashdan, T. B., & Oishi, S. (2008). Being good by doing good: Daily eudaimonic activity and well-being. Journal of Research in Personality, 42(1), 22–42.
Muchas gracias Ana Belén, me has dado la oportunidad de poner en palabras mis emociones.
Para mi claramente propósito y trascendencia.
Pertenezco a ese grupo de personas dispuestas y entrenadas en trascender la sordera gracias a mi hijo sordo con quien pude trasformar el veneno en medicina.
En medio de la pandemia y con Erte en mi centro auditivo recibí la llamada de un bebé recién diagnosticado, con padres primerizos a los que había que atender.
Corrí con mi mascarilla a primera linea de fuego presencial e instale su aparato con el que oyó por primera vez la voz de su papá, todos lloramos de la emoción, pero no nos podíamos abrazar!!!!
Yo continuaba de erte y a riesgo de no volver….Sentí una profunda tristeza, porque yo adoro este trabajo, y pensé:
¿Era este el ultimo bombón de mi caja?
Es una nueva segunda etapa de mi identidad narrativa?
Pero pude trascender buscando en el agradecimiento y presentar una propuesta concreta que nos permitiera seguir a todos en activo.
La venta se concretó y como la atención temprana también esta paralizada, me han pedido que continué junto a ellos.
Entretanto los correos y los vídeos nos acercaron todos.
Rosa
Me ha encantado el artículo. Me siento muy identificada con el pilar de pertenencia. Cuando todo empezó, pensé que no quería instalarme en el miedo ni en la queja, que quería ver esto como una oportunidad para aprender, para crecer, queria sobre todo transmitir a mi hija que todo iba a pasar, que se sintiera segura, que aprendiera a confiar y ver el momento como una oportunidad de pasar más tiempo juntas, sobre todo trabajar con ella ese pilar, recuerdo que hicimos un refugio (nuestro lugar seguro)… Yo trabajo como técnica de educación a nivel municipal y realizo talleres en secundaria y también me surge este pilar cuando escucho sus historias, que creo esconden esa necesidad, como dice el artículo : comprenderles, que se sientan escuchados, que sepan que su opinión cuenta, darles voz…
Gracias Ana Belén, Tus palabras son muy inspiradoras.
Cómo docente en enfermería (salud mental), desde el principio de la lectura había escogido el pilar: el propósito. Al leer el contenido de este pilar aun me he sentido más cómoda con mi elección.
Cada año, al revisar el plan docente que nos guía durante el curso académico, me pregunto por el propósito de cada actividad. El equipo de profesores nos reunimos para volver a hacernos las mismas preguntas: ¿qué queremos alcanzar con cada actividad que se realiza en la asignatura? ¿por qué la hacemos con esta metodología y no otra? Y ahora hemos añadido: ¿qué actividades hacemos presenciales y cuales vía telemática?
A partir de aquí, surgen más preguntas como: ¿cómo transmitimos mejor el pensamiento enfermero? (pertenencia); ¿cómo trabajar la asignatura a través de la experiencia del alumno? (identidad narrativa); ¿de qué forma podemos trabajar a nivel individual y colectivo el estigma? (transcendencia).
Felicidades por la Jornada, que para mí está siendo muy inspiradora.